El crepúsculo de la era trágica del petróleo

por José Ardillo
[reseña publicada en el periódico CNT n.º 350, Noviembre 2008]


Este ensayo pasa una rápida mirada a todos los puntos centrales que afectan al problema de la crisis petrolera y su variada gama de repercusiones a nivel global. Comenzando por un recuento de los hitos de la historia del petróleo, sus sucesivas crisis, conflictos, privatizaciones, hasta el análisis de las guerras contemporaneas, como la guerra del Golfo en 1991 o la de Irak de 2003. El libro proporciona abundante información y diversos gráficos de los procesos económicos en marcha.

Se repasan cuestiones candentes como son todas las tensiones geopolíticas y estratégicas en torno a la apropiación de recursos energéticos, en especial, el preciado oro negro. El mapa de la tensión diplomática y militar se dibuja sobre los enclaves de recursos petrolíferos aún pujantes (Oriente Medio, Venezuela, Mar Caspio, algunos puntos de África como Nigeria, Sudán…). El problema es que los límites de este ensayo imponen un ritmo trepidante a los análisis y a veces echamos de menos una mayor profundización que, de cualquier manera, el autor nos propone para un ensayo posterior más completo sobre la crisis de la energía.

Una de las virtudes del ensayo es la de no intentar motivar fáciles esperanzas en cuanto a las energías renovables –destacando más bien el carácter "centralizador" que adquieren dichas energías en la actualidad. También se insiste en el absurdo ecológico y social que implican supuestas vías alternativas como son los "agrocarburantes" y sobre los que precisamente los ecologistas andan un tanto divididos. En ese sentido, y tras descartar alternativas muy dudosas, en el ensayo se baraja la emergencia de escenarios futuros de catástrofe. El recurso a fuentes de energía como el carbón o la electricidad nuclear, como se sabe, acelerarían el asalto devastador a la biosfera.

Un punto discutible en el ensayo de Fernández Durán es la idea sobre un empeoramiento de la situación por la colaboración del Estado con el Capital, cuando no hay que olvidar, y esto tendría que servir de aviso para el ecologismo, que ambas realidades históricas forman desde la modernidad una única realidad donde se encuadra la dominación.