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Rostros de Can Tunis

Por Helena López

Los desahucios y la solidaridad vecinal para intentar impedirlos o para reubicar a las familias una vez expulsadas de sus hogares no se ha inventado en la Barcelona postestallido de la burbuja inmobiliaria. Casi todos los habitantes de las Casas Baratas del Prat Vermell, levantadas en 1929 para la Exposición Universal, se involucraron en una larguísima huelga de alquileres que perduró durante toda la república, «con sus incesantes desahucios y con sus permanentes demostraciones de solidaridad», como se apunta en Rastros de rostros en un prado rojo (y negro). Las Casas Baratas de Can Tunis en la revolución social de los años treinta, (Editorial Virus), libro recién publicado por Pere López Sáchez, que narra la historia de las gentes que habitaron la barriada, históricamente tachada de marginal, pero que presentaba «un caudal de dignidad, afán de cultura y ansias de emancipación que yacía a los pies de Montjuïc», que López Sánchez se ha encargado de rescatar y reivindicar.

Protagonistas del montón

En sus más de 400 páginas, el autor propone, según explica Tomás Ibáñez en el prólogo, con el sugerente título La muerte nunca vence a la primera, «glosar la gesta de quienes fueron protagonistas del montón de aquella revolución», en el barrio en el que en la casa en la que no había un carnet de la CNT era porque había dos. «Protagonista del montón» como Lucio José Gómez Araniz, años más tarde exiliado y cuyo nombre aparece en la lista de 276 «individuos clasificados como anarquistas peligrosos» que la Dirección de la Seguridad de la Policía francesa declaró «extranjeros a vigilar estrechamente», o Andrés Navarro, el Alfalfa, militante del Sindicato de la Madera de la CNT, alistado como miliciano en la Columna de Durrruti, de la que desertó, quien participó en los combates de mayo de 1937 y fue enviado a un batallón disciplinario.

«¡Esto podría ser Mónaco o Montecarlo!». Esta realista y cruda declaración abre el recorrido de testimonios que encaja López Sánchez. «Pronto de aquello no quedará nada, por más que pretendan empeñarse en recuperar los nombres viejos: ¿Prat Vermell?, ¿Marina?, Pero... ¿qué prados? ¿Qué marina? Mejore que lo dejaran en Zona Franca. ¿Que suena feo? ¿Que tiene poca chispa? ¿Que es demasiado gris o poco verde?...», prosigue, crítica, esa misma voz en el mismo capítulo.

Rastros de rostros en un prado rojo (y negro) relata así a través de entrevistas fruto un tenaz trabajo de investigación, cómo aquellas gentes desalojadas para no mancillar la imagen de la ciudad para la Expo «pronto se aunaron para que aquel recóndito e inhóspito rincón fuera suyo». La historia de unas gentes que «lucharon y apostaron por un mundo mejor». Su legado fue el Ateneo Cultura de Defensa Obrera, la larga huelga de alquileres, las otras muchas luchas en la fábrica del Prat Vermell, en las Arenas, en la Alena, y en muchas otras.

La obra de López Sánchez, especialista en «las Barcelonas rebeldes» incluye también un emotivo álbum fotográfico de la época.

 

Reseña publicada en El Periódico, el 12 de junio de 2013

 

 

  Rastros de rostros en un prado rojo (y negro)

12/06/2013 16:03:33
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