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Las confesiones son un diálogo de Agustín con Dios y son el fruto de su vida de oración, de sus meditaciones sobre las Sagradas Escrituras y de sus desvelos apostólicos por servir de ejemplo a sus hermanos en la fe. También son una obra histórica que reproduce fielmente las etapas de la conversión de Agustín a la fe cristiana, una «conversión» en el sentido psicológico del término, es decir, de un cambio en la manera de pensar, de vivir y de ser, y una «conversión»en el sentido moral de la palabra, es decir, de la ruptura total con la vida anterior, del arrepentimiento de los pecados cometidos en el pasado; y de una «conversión»en el sentido teológico y espiritual de la palabra, es decir, en la vuelta a Dios por medio de la aceptación libre y voluntaria de la fe cristiana y en la entrada en la Iglesia institucional. Es una de las obras cumbres y permanentes del espíritu humano porque trata del drama del hombre en su relación con la divinidad, con un Dios invisible, pero siempre presente en su obra, que no es la razón humana, ni la verdad abstracta, sino la verdad sustancial, Dios omnisciente y omnipresente.

Aurelius Augustinus o Aurelio Agustín de Hipona Tagaste (actual Argelia), 354-Hipona, 430) Teólogo latino, una de las máximas figuras de la historia del pensamiento cristiano. Excelentes pintores han ilustrado la vida de San Agustín recurriendo a una escena apócrifa que no por serlo resume y simboliza con menos acierto la insaciable curiosidad y la constante búsqueda de la verdad que caracterizaron al santo africano. En lienzos, tablas y frescos, estos artistas le presentan acompañado por un niño que, valiéndose de una concha, intenta llenar de agua marina un agujero hecho en la arena de la playa. Dicen que San Agustín encontró al chico mientras paseaba junto al mar intentando comprender el misterio de la Trinidad y que, cuando trató sonriente de hacerle ver la inutilidad de sus afanes, el niño repuso: «No ha de ser más difícil llenar de agua este agujero que desentrañar el misterio que bulle en tu cabeza». San Agustín se esforzó en acceder a la salvación por los caminos de la más absoluta racionalidad. Sufrió y se extravió numerosas veces, porque es tarea de titanes acomodar las verdades reveladas a las certezas científicas y matemáticas y alcanzar la divinidad mediante los saberes enciclopédicos. Y aún es más difícil si se posee un espíritu ardoroso que no ignora los deleites del cuerpo. La personalidad de San Agustín de Hipona era de hierro e hicieron falta durísimos yunques para forjarla.

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