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Auge y caída de una letra peligrosa

El libro 'Historia y resultados imprevistos de un símbolo' ilustra la evolución de la A ácrata, desde los sótanos anarquistas de los años sesenta a la explotación comercial en la actualidad

Por Toni Polo

Una A mayúscula envuelta en un círculo. Sencillo, simétrico, atractivo. Pero con un significado: anarquía. Nacida "en los sótanos rebosantes de ideas extra y antiinstitucionales" del París de 1964, pintada a mano y ciclostilada, ha recorrido el mundo garabateada en octavillas, grafiteada en paredes, infiltrada en textos, tatuada en todas las partes del cuerpo, estampada en camisetas, colgada en galerías de arte y, por incongruente que parezca, convertida en marca comercial al servicio de la moda. El libro Historia y resultados imprevistos de un símbolo (Editorial Virus), traza la evolución de este icono a través de imágenes y escritos de algunos de sus protagonistas, de escritores, diseñadores y simpatizantes del movimiento libertario.

Un símbolo que pretendía unificar las diversas corrientes anarquistas. "Tan solo nos preocupaba encontrar un signo gráfico que fuese rápido y fácil de trazar, que no fuese utilizado ya por alguna de las organizaciones anarquistas existentes, y que, con el tiempo, pudiese acabar por evocar por sí solo el anarquismo", explica a Público Tomás Ibáñez, profesor de Psicología Social en la Universitat Autònoma de Barcelona y uno de los libertarios responsables de aquella creación colectiva. La autoría material (René Darras fue quien lo plasmó gráficamente) se pierde en la colectividad asamblearia de los movimientos ácratas de la época, en lógica sintonía con el pensamiento anárquico. "La verdadera historia de la A circulada está hecha de voluntad y de espontaneidad: una mezcla típicamente libertaria. Cualquier otra cosa es leyenda", escribe en el libro Amedeo Bertolo, del Centro di Studi Libertari.

El logo, que apareció en aquel año pintado apresuradamente en diversas calles de París y en el título de un artículo firmado por Ibáñez en el periódico Action Libertaire, no prosperó. No se extendió con fuerza hasta que, dos años más tarde, la Gioventú Libertaria de Milán empezó a ilustrar octavillas y carteles con el dibujo de sus compañeros parisinos, conscientemente como firma. "Es entonces cuando comienza la vida pública efectiva del símbolo, a partir del ejemplo de los jóvenes anarquistas milaneses, e inicialmente asociado al símbolo antinuclear", asegura Bertolo.

No obstante, según Bertolo, no hay "casi ninguna evidencia" de que el símbolo se utilizara durante Mayo del 68. La moda de la A explotó definitivamente en los primeros años setenta. "La A se impuso en la práctica, sin que ninguna organización o grupo haya soñado nunca con decretar su uso", relata Marianne Enkell, del Centre International de Recherches sur l'Anarchisme de Lausana. A nadie se le pasó jamás por la cabeza patentar el diseño: "Lo habríamos descartado de inmediato como una barbaridad y como una contradicción insoportable", explica Ibáñez. "El símbolo lo crearon libremente miles de personas y pertenece a todos aquellos que, en algún momento, lo sientan como propio o quieran usarlo. Por suerte hay cosas que no se pueden patentar". Tras casi medio siglo de historia, Ibáñez considera que la A está por encima de usos y abusos: "Sigue cumpliendo su función unificadora", cree Ibáñez.

Si alguien se ha apropiado del símbolo anarquista ha sido el movimiento punk. "La provocación punk ha sido total", señala Marco Pandin, de Rivista anarchica. El sonido ensordecedor y distorsionado, el canto a gritos, el impacto visual de las portadas reflejaba que "el rock se había convertido en algo complicado mientras que el punk era desestructurado e inconsistente. Donde los textos se habían hecho poéticos ahora se celebraba con un lenguaje procaz el desorden en espera de la guerra atómica". En dos palabras: No future.

El icono anarquista pasó a representar ese caos, ese desorden contestatario. Las aristas de la A rompían el círculo, dotando al símbolo de mayor dinamismo. "Corría el año 1981 y los primeros conciertos que los punks milaneses organizaron en la casa ocupada de Via Correggio eran contra la drogodependencia", recuerda el agitador cultural Marco Philopat. "La punta de la A pintada en aquellos conciertos rompía en dos partes una jeringuilla". El sexo, drogas y rock and roll había perdido la batalla.



‘No-logo' como marca

Igual que a Ibáñez, a muchos simpatizantes libertarios no les preocupa el uso que se le da a su firma porque consideran que el significado es universal y supera cualquier degradación o abuso. "El concepto de No-logo se ha convertido hoy en día en una marca", sostiene el sociólogo Giorgio Triani, en el libro. Lo ilustra una viñeta en la que un individuo traza con una brocha una A anarquista en una pared, y después aparece otro que la "arregla", colocando junto al símbolo un pequeño círculo rodeando a una R: la de Marca Registrada. "Recordarlo es necesario para poder decir que la publicidad, como canta Enzo Jannacci, no le tiene miedo a nadie". Por eso hay que remarcar la relevancia que tiene que la A dentro de un círculo siga fiel a sus principios de "oposición a la cultura dominante en general y a la del consumo en particular", y resista las patadas que recibe constantemente: "Santos e infantes están todos sujetos a ser enrolados bajo las banderas del consumismo", dice Triani.

Política
Un símbolo contestatario

El significado abierto y universalista, tal vez el más democrático que existe (aunque pueda parecer “degradante”, como dice el escritor italiano Fulvio Abbate) ha colocado a la A anarquista en mil y un tipos de manifestaciones por todo e mundo. Prácticamente desde su aparición, la A se ha convertido en el símbolo de cualquier tipo de inconformismo, revuelta y rechazo al Estado. En la imagen de todo aquel que “se reconoce dentro de un ideal y se alimenta de una utopía que no tiene necesidad de pruebas”, escribe la investigadora de la comunicación Clelia Pallotta. Para los anarquistas, la anarquía es un orden libre y deseable, la máxima expresión del orden político; todo lo contrario para sus detractores, que la consideran un caos a evitar.

El arte
Mil modos de dibujar una A

Con brocha y pintura en los primeros tiempos, con spray más tarde y con imaginación desde el principio, el trazo de la A dentro de un círculo es sugerente y más allá de su innegable e incorruptible valor político y social, ha terminado por entrar en las galerías de arte, el reino de la estética. El ingenio de ciudadanos anónimos le ha dado mil y un aspectos diferentes. “Es justamente esta diversidad incontenible –las tantas formas de la A– la que hemos intentado reflejar en los textos y las imágenes, con una búsqueda sin límites que ha atravesado el espacio y el tiempo, pero también las categoría antropológicas, las tendencias éticas y estéticas, las expresiones artísticas y la pasión libertaria”, puede leerse en Las formas de la A, el artículo introductorio del libro que edita Virus.

Moda
El uso lleva al abuso

El abuso de cualquier símbolo duele. “Por supuesto”, reconoce Tomás Ibáñez. “Pero es inevitable que en una sociedad tan profundamente arraigada en la lógica del mercado, cualquier cosa que pueda ser mercantilizada acabe siéndolo. Ejemplos mil, desde los eslóganes de Mayo del 68 hasta el semblante del Che”. Los padres putativos del símbolo consideran que “no hay desacralización [en la reciente explotación comercial], estamos convencidos de que allá donde hay un uso libre hay también un abuso cierto”, explican en el libro. Pero también coinciden en un argumento: “La A anarquista continúa manteniendo una potente carga comunicativa de revuelta”.

Punk
El carácter caótico anarquista

Algunos movimientos sociales o culturales, como el punk, prácticamente se han apropiado de la A anarquista, acentuando su carácter caótico. “No me parece nada mal que los anarcopunks la utilicen, me gusta incluso el dinamismo y el colorido que han inyectado en el diseño grafico”, sostiene Tomás Ibáñez. “Soy un anticristo, soy un anarquista”, cantaban en 1976 en Anarchy in the UK los Sex Pistols, considerados por muchos como el primer cortocircuito entre punk y anarquía. Pero la primera A estampada en un disco fue la de los Crass, un grupo surgido en una comuna hippie anarquista al norte de Londres.

 

Reportaje publicado en Público, el 27/08/2010

 

 

  Historia y resultados imprevistos de un símbolo

01/09/2010 13:38:19
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