Algo tienen de adictivos los relatos de Marie Luise kaschnitz. Leer el primero llevará inevitablemente a un segundo, un tercero. Los ambientes oscuros, las personas enigmáticas, los comportamientos impropios de ciudadanos corrientes son sus ejes transversales, pero también la calidez humana, la más pura alegría de los sueños y la resistencia a perder la candidez de la mirada infantil.

Un transatlántico que nadie parece comandar, un jardinero gigante e inocente al que tiranizan los niños o una mujer escondida de los nazis en casa de un familiar son algunos de los argumentos que nos sumergen en el magistral suspense psicológico de la gran autora alemana.