En Barcelona, y otras ciudades del Estado español, se asiste al surgimiento de especializados en prácticas de ocio para singles. Un neologismo cada vez más presente que designa a aquel conjunto de individuos desprovistos de pareja sentimental estable, siendo definidos así no tanto por lo que tienen, sino por lo que les falta. El single no se ajusta al «soltero» o no casado abarca un espectro más amplio de situaciones sentimentales, familiares –divorciados, solteros, viudos, separados– y residenciales –sobre todo unidades domésticas unipersonales o monoparentales– y que se ha querido sustraer de las connotaciones negativas que han pesado tradicionalmente sobre categorías sociales vinculadas a la soltería, como la de «divorciado», «separado» o «viudo», asociadas generalmente al fracaso o infortunio personales. Todas ellas marcadas diferencialmente por unas coordenadas de género concretas. Este libro nos ofrece uno de los primeros estudios en profundidad a este fenómeno antropológico que se sitúa a principios de los 2000 y que ha venido acompañado de una oferta específica de servicios y de un conjunto de valores y transformaciones sociales que justificarían el fomento y desarrollo de este particular nicho de mercado. Entre ellos, los cambios en las concepciones sobre la pareja, las nuevas realidades familiares, convivenciales y residenciales.