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La otra cara del omnipresente Google

Por Paula Echeverría

"Al final Google es un negocio que busca su beneficio", dice Carlo Milani. Él es uno de los seis miembros de Ippolita, el colectivo que ha escrito el libro El lado oscuro de Google, que se presenta esta tarde en Pamplona. La publicación, fruto de dos años de investigación en torno a Google desde diferentes campos -la informática, la economía, la política o la filosofía de los medios de masas, entre otros-, plantea a los usuarios de Internet "la necesidad de conocer bien cómo funcionan las tecnologías que usamos a diario, para ser conscientes de lo que hay y poder ser sujetos de una manera autogestionada". Y eso que hay no es necesariamente bueno o malo. "Las nuevas tecnologías son un arma de doble filo. Un campo abierto de posibilidades, dependiendo de cómo las usemos y de cómo funcionen", dice K de Ippolita (como prefiere llamarse el coautor del libro para no ser protagonista de un trabajo que, destaca, "se ha llevado a cabo de forma colaborativa"). Las tecnologías pueden hacernos más libres o menos libres, pero una cosa está clara: "Es mejor una tecnología compartida y pública que una tecnología privatizada".

Todo el mundo utiliza Google, pero nadie se preocupa por saber cómo se pone en marcha, cómo funciona. Partiendo de esta evidencia, el colectivo Ippolita muestra en su libro esa otra cara del buscador que se esconde tras la imagen sobria y luminosa de su página principal. Un reverso más prosaico y turbio que se materializa, entre otras cosas, en una agresiva política empresarial que se aprovecha de lo que haga falta con tal de expandirse. El fichaje multimillonario del directivo de Microsoft Kai Fu-Lee, depositario de importantes secretos industriales, o la oferta de 50 millones de dólares a AOL a cambio de romper su contrato con Yahoo! muestran, según el libro, "hasta qué punto Google ha asimilado las reglas de juego de las grandes corporaciones". Todo con la ambición hegemónica de convertirse en el principal aspirante al monopolio de la información en la era digital.

¿Vamos a peor?

El peligro que entraña la ambición de Google es la concentración en unas pocas manos del acceso a la información y la tecnología, algo que pone en riesgo un sinfín de derechos ya coartados en el mundo material y seriamente amenazados en el espacio virtual. K de Ippolita no es optimista al respecto, aunque tampoco catastrófico: "Yo creo que en esto vamos a peor, pero no necesariamente hay que ir a peor. Hay muchas posibilidades de reaccionar y actuar de otra manera, pero es necesario buscar esas alternativas, y sobre todo, conocer y comprender lo que queremos hacer con los instrumentos informáticos. Claro, si queremos tener un servicio de correo electrónico inmediato, que funcione muy bien, sin ningún problema, etcétera, y no nos preocupa tanto como usuarios saber lo que pasa detrás, el mejor es Google. Pero si queremos hacer algo diferente, y utilizar tecnologías para satisfacer intenciones personales, de búsqueda y de cambio social, es necesario reflexionar y actuar individualmente. La solución será de cada uno, no una solución para todo el mundo. No una tecnocracia generalizada como la de Google", dice K de Ippolita, quien cita en este sentido proyectos como el español Lorea, un sistema de comunicaciones alternativo a las redes sociales comerciales que utiliza diversas técnicas de cifrado y asegura el control al usuario para evitar que la información caiga en manos de terceros. "Facebook, Tuenti y otras redes sociales implican la cesión de nuestros datos, pero hay alternativas como Lorea. Lo que pasa es que cuesta más llegar hasta ellas, porque no son las que usa todo el mundo", argumenta el coautor de El lado oscuro de Google, quien en este sentido apunta que "la libertad no tiene que ver necesariamente con el hecho de que algo sea gratuito. Google, Facebook, Twitter son gratuitos, pero no libres. No es lo mismo el código abierto que el software libre". Para el miembro del colectivo Ippolita, "lo más sorprendente de todo esto es que parece que la gente quiere estar controlada. Porque el hecho de que tengan nuestros datos personales se ve ya como normal; el hecho de que una determinada empresa tenga tu correo electrónico para proporcionar publicidad personalizada no asusta mucho. Nos acostumbramos a eso, a que Google sea un campeón del control global, y es bastante increíble".

¿La pérdida de intimidad es un peaje que hay que pagar en Internet? "Cuando tú abres una puerta como Google, al mismo tiempo tienes ventanas abiertas, y en esas ventanas todo el mundo puede entrar. Si hay posibilidad de que te dé una conexión, también hay posibilidad de que ocurra al contrario, ese acceso desde la Red a tu casa. Es así de simple", explica K de Ippolita.
 

Entrevista publicada en Noticias de Navarra el 25/11/2010

 

  El lado oscuro de Google

02/12/2010 08:41:45
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